DOCUMENTO IV: LA PRIMERA EXPERIENCIA MEDITATIVA DE SRI AUROBINDO

Y una vez que nos hayamos adueñado del silencio, seremos necesariamente dueños también del mundo mental, pues en lugar de hallarnos de modo sempiterno sujetos a la misma longitud de onda, podremos recorrer toda la gama de las ondas y escoger o desechar lo que nos plazca. Pero dejemos que Sri Aurobindo nos describa la experiencia tal como él mismo la tuvo por vez primera con otro yogi llamado Bhaskar Lelé, quien pasó tres días en su compañía: Todos los seres mentales desarrollados, al menos los que sobrepasan el término medio, deben en ciertos momentos de su existencia, de una manera o de otra, y con ciertas finalidades, separar las dos partes de su mente: la parte activa, que es una fábrica de pensamientos, y la parte reservada, dueña, Testigo y Voluntad a la vez, que observa, juzga, desecha, elimina o acepta los pensamientos, ordenando las correcciones y los cambios necesarios; esta parte es el Dueño verdadero de la casa mental, y es realmente capaz de independencia. Pero el yogi va más lejos aún; no sólo es dueño de la mente, sino que, aun permaneciendo en la mente, sale de ella, por decirlo así, y se mantiene por encima o enteramente atrás, libre. Para él ya no es válida la imagen de la fábrica de pensamientos, porque ve que éstos proceden del exterior, de la Mente universal, formados y distintos algunas veces, otras veces sin forma alguna, pues esta forma la toman en algún lugar de nosotros mismos. La labor principal de nuestra mente consiste en responder y aceptar o rechazar esas ondas de pensamiento (de igual manera que las ondas vitales y las ondas de energía física sutil), y en dar una forma mental personal a esa substancia mental (o a los movimientos vitales) procedentes de la Naturaleza-Fuerza circundante. Mucho debo yo a Lelé por haberme mostrado ese mecanismo: Siéntese usted en meditación, me dijo, pero no piense, mire sólo su mente; verá que los pensamientos se meten dentro. Rechácelos antes de que consigan entrar, y continúe así hasta que su mente sea capaz de completo silencio. Yo nunca había oído decir hasta entonces que los pensamientos pudiesen llegar visiblemente de fuera de la mente, pero no puse en duda esta verdad o esta posibilidad; simplemente me senté e hice lo que Lelé me decía. En un instante mi mente se volvió silenciosa, como el aire sin movimiento en la cima de una alta montaña; luego vi venir de fuera, de modo enteramente concreto, uno o dos pensamientos. Los rechacé antes de que pudiesen entrar e imponerse a mi cerebro. En tres días, quedé libre. A partir de ese momento, el ser mental en mí se convirtió en una Inteligencia libre, una Mente universal. Ya no era un ser limitado al círculo estrecho de los pensamientos personales, como un obrero en una fábrica de pensamientos, sino un receptor de conocimiento que recibía de centenares de reinos del ser, libre de elegir lo que quisiese en este vasto imperio de visión, en este vasto imperio de pensamiento.

Sri AurobindoLA AVENTURA DE LA CONSCIENCIA (Satprem)