⌂ EL MENSAJERO DE LO INCOMUNICABLE ⌂
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El 5 de Diciembre de 1955, la prestigiosa Universidad de la Sorbonne en Paris, dedicó un homenaje a una persona aun desconocida para gran parte de la humanidad. Su nombre es Sri Aurobindo. Ocurre con los grandes momentos de la humanidad que suelen pasar desapercibidos para ella misma. Sri Aurobindo en sus muchos años de retiro en una habitación, logra transmutar su naturaleza y atraer a la tierra las fuerzas que actualmente operan en el desarrollo humano. Sri Aurobindo trabajó como un científico escrupuloso, prestándose él mismo al experimento y convirtiéndose en un laboratorio viviente, un laboratorio Supramental. Sri Aurobindo se formó hasta los veinte años en Inglaterra, volviendo a la India después, sin haber conocido nada de su país de origen, ni siquiera el idioma. Después de un periodo revolucionario contra la dominación inglesa, Sri Aurobindo inició su camino de transformación espiritual, haciéndose evolucionar su cuerpo, vida y mente hasta niveles inimaginables para un ser humano normal. Convirtiéndose en el gran Mensajero de lo Incomunicable. La obra inmensa de Sri Aurobindo nos deja trozos tan sabrosos como el que a continuación relatamos, donde intenta explicar mediante imágenes a la mente desarrollada el porqué de este mundo, intenta acercar a la mente racional aquello que él visitó, intentando responder una de las grandes preguntas de la Humanidad ¿ Por qué es así el mundo?
SRI AUROBINDO
EL ENIGMA DE ESTE MUNDO
¿CUÁL ES EL PROPÓSITO Y ORIGEN DE LA DESARMONÍA? ¿POR QUÉ SE PRODUJO ESTA DIVISIÓN, ESTE EGO, ESTE MUNDO DE DOLOROSA EVOLUCIÓN? ¿ POR QUÉ EL MAL Y EL SUFRIMIENTO DEBEN HACER INTRUSIÓN EN EL BIEN, LA BIENAVENTURANZA Y LA PAZ DIVINAS?.
Es difícil responder a la inteligencia humana en su propio nivel, porque la consciencia a la cual pertenece, el origen de éste fenómeno y en la que se halla, por decirlo así, automáticamente justificado en un conocimiento supraintelectual, es una inteligencia cósmica y no una inteligencia humana e individual; ve en espacios más vastos, posee otra visión y cognición, otros términos de consciencia distintos de la razón y los sentimientos humanos. A la mente humana uno podría responderle que, mientras en sí mismo el Infinito puede estar libre de esas perturbaciones, una vez que la manifestación comenzó, empezaron también las infinitas posibilidades y, entre las infinitas posibilidades a las que la manifestación universal tiene por función dar lugar, una de ellas fue evidentemente la negación, la aparente negación efectiva-con todas sus consecuencias- del Poder, la Luz, la Paz, la Bienaventuranza. Si se pregunta por qué además de posible aquélla debió ser aceptada, la respuesta más próxima a la Verdad cósmica que la inteligencia humana puede concebir es que, en las relaciones o en la transición del Divino en su Unidad, al Divino en su Multiplicidad, esta ominosa posibilidad se hizo, en cierto punto, inevitable. Porque, una vez aparecida, adquiere para el Alma en descenso a la manifestación evolutiva una atracción irresistible que crea la inevitabilidad; una atracción que en términos humanos al nivel terrestre puede ser interpretada como la llamada de lo desconocido, el gozo del peligro y, la dificultad y la aventura, la voluntad de intentar lo imposible, de experimentar lo incalculable, la voluntad de crear lo nuevo y lo increado con el propio ser y vida como materiales, la fascinación de las contradicciones y de su difícil armonización; son estas cosas, traducidas a otra consciencia, a una consciencia suprafísica, suprahumana, más alta y más vasta que la mental, las que provocaron la tentación que condujo a la caída. Porque para el ser original de luz al filo del descenso lo único desconocido eran las profundidades del abismo, las posibilidades del Divino en la Ignorancia y la Inconsciencia. Por el otro lado, por parte de la Unidad Divina, fue una vasta aquiescencia, llena de compasión, de consentimiento, de ayuda; fue un supremo conocimiento de que esto debía ser así, que habiendo aparecido debía ser realizado, que su aparición es en cierto sentido parte de una incalculable, infinita sabiduría; que si el sumergirse en la Noche era inevitable, el emerger a un Día nuevo y sin precedentes era también una certeza; y que sólo así podía tener lugar una cierta manifestación de la Verdad Suprema, por la puesta en obra de los contrarios fenoménicos como punto de partida de la evolución y como condición de una emergencia transformadora. Esta aquiescencia comprendía también la voluntad del gran Sacrificio, el descenso del Divino mismo a la Inconsciencia para tomar sobre sí la carga de la Ignorancia y sus consecuencias, para intervenir como el Avatar y el Vibhuti marchando entre el doble signo de la Cruz y la Victoria hacia la culminación y la salvación. ¿ Una traducción demasiado plástica de la Verdad inexpresable? Pero sin imágenes ¿ cómo presentar al intelecto un misterio mucho más allá de él? Sólo cuando se ha cruzado la barrera de la inteligencia limitada y se ha tomado parte en la experiencia cósmica y en el conocimiento que ve las cosas por identidad, se pueden asumir las supremas realidades que están tras estas imágenes (imágenes correspondientes al hecho terrestre) sus formas divinas y se pueden percibir como algo simple, natural, implícito en la esencia de las cosas. Sólo penetrando en una consciencia mayor, puede uno captar la inevitabilidad de la creación y su propósito.
La obra de Sri Aurobindo, representa la gran esperanza para la humanidad, conforme sea entendida y abarcada por el individuo, se comprenderá que la geografía del camino ascendente evolutivo ha sido desarrollada, sus cambios marcados, sus senderos trazados y diagramados exhaustivamente. Sri Aurobindo podría conducir al hombre mental desarrollado hasta sus más excelsas cumbres. Sri Aurobindo, el Señor de la Síntesis, el Mensajero de lo Incomunicable dejó el futuro hecho, ahora depende del hombre recorrerlo.