Pondicherry, Abril 1920
Mi querido Barin,
He recibido tus tres cartas -y otra hoy- pero hasta el momento no he conseguido responderte. Es incluso un milagro que te esté escribiendo ahora, porque ¡no escribo cartas más que todos los “treinta y seis” del mes! y menos aun en bengalí: eso no me ha ocurrido ni una sola vez en cinco o seis años. Si llego a terminar esta carta y a echarla al correo, el “milagro” será completo.
Hablemos ahora de tu yoga. Tú quisieras que yo tomara su responsabilidad y yo estoy dispuesto a hacerlo, pero eso significa encomendarse a Aquel que nos mueve a uno y otro, de forma visible o invisible, por Su divina Shakti (Su Voluntad Creadora). Y debes saber que entonces te hará seguir necesariamente la vía del yoga que Él Mismo me ha indicado, y que yo llamo la vía del “Yoga integral”.
Después de mi llegada a Pondicherry, mi inestabilidad espiritual terminó. El Maestro del mundo, que está en cada uno de nosotros, me dio entonces todas las instrucciones necesarias para mi camino; me hizo conocer la teoría completa, las diez partes del cuerpo de este yoga. Durante estos diez últimos años, él me ha hecho vivir las experiencias que me han permitido desarrollarlo, pero este proceso aún no ha terminado. Puede durar aún dos años más y, hasta entonces, no podré sin duda volver a Bengala. Pondicherry es el lugar que me ha sido asignado para la Realización de mi yoga, con excepción de uno de sus aspectos, el de la acción. El centro de mi acción está en Bengala, pero yo espero que su círculo se extenderá a toda la India, luego a la tierra entera.
Te escribiré más adelante para decirte en qué consiste este yoga o bien hablaremos, si tú vienes aquí. En este terreno es mejor expresarse de viva voz. Por el momento sólo puedo decirte que su principio fundamental consiste en armonizar y unificar el conocimiento (jnana), las obras (karma) y el amor (bhakti) en su totalidad, elevándolos por encima del mental hasta una total perfección en el plano supramental.
Los antiguos yogas tenían una laguna: no se preocupaban más que del mental y del Espíritu, y se contentaban con experiencias espirituales al nivel mental. Ahora bien, el mental no puede captar más que fragmentos; no puede abarcar al Todo invisible, al Infinito. Para alcanzarlo, no dispone de ningún medio excepto el samadhi, el moksha, el nirvana, etc. Es cierto que algunos llegan a esta liberación sin forma ni atributos, pero ¿cuál es el fruto? ¿Qué cambio producen en la humanidad? El Brahman, el Yo, el Divino, ¡están presentes eternamente! pero lo que Dios quiere para el hombre, es que él Lo encarne aquí abajo, a la vez en sí mismo y en la colectividad, que Lo realice en la vida.
Los antiguos sistemas de yoga no han podido armonizar ni unificar la vida material y la vida espiritual; han rechazado el mundo considerándolo como una ilusión (maya), o como un juego transitorio, lo que ha provocado, como consecuencia el ocaso de la fuerza de vida, la degeneración de la India. “Estos pueblos perecerían si yo no realizara las obras”, dice el Gita. Y “estos pueblos” de la India han caído realmente en la decadencia. Algunos sannyasis,(ascetas) algunos sadhus (santos), renunciando al mundo alcanzan la realización y la liberación; algunos bhaktas (devotos) danzan en un éxtasis de amor no pudiendo contener la ola de felicidad, pero durante este tiempo toda una raza, amorfa y embrutecida, está sumergida en una profunda inercia; ¿se le puede llamar a eso realización espiritual? Si el resto del colectivo humano queda al margen de la liberación.
Sin duda, es necesario conocer primero, en el plano mental, todas las experiencias posibles, aunque sean parciales, iluminar e inundar el mental de la luz y del gozo del Espíritu, pero enseguida es necesario ir más arriba, porque, si no se asciende a mayor altura, es decir hasta el plano supramental, no se puede penetrar hasta el último secreto del mundo ni resolver el enigma que plantea. En el Supramental, la Ignorancia que conduce a oponer Materia y Espíritu, la vida material y la vida espiritual, desaparece. Allí, el mundo no aparece más como una ilusión. Es el Juego eterno de Dios, la manifestación eterna del Yo. Así es posible conocer a Dios, poseerlo totalmente, hacer lo que dice el Gita: “Conocerme integralmente, íntimamente”.
El físico, el vital, el mental, el Supramental y el Ananda son los cinco planos del Espíritu y, escalando progresivamente estos planos, el hombre, en su evolución espiritual, se aproxima a la Perfección suprema. Cuando se alcanza el Supramental, resulta más fácil elevarse hasta este Ananda indivisible e infinito, establecerlo firmemente en sí y realizarlo, no sólo fuera del tiempo en el Parabrahman, sino en el propio cuerpo, en la vida, en el mundo. Así, el ser integral, la consciencia integral y el gozo integral se abren y toman forma en la vida. Ésta es la clave misma de mi yoga, su principio fundamental.
Este proceso no se efectúa sin esfuerzo. Al cabo de quince años, no he llegado más que al más bajo de los tres niveles del Supramental y me esfuerzo por hacer ascender hasta este nivel todas las actividades inferiores del ser. Pero una vez logrado eso, estoy convencido de que Dios otorgará a otros, a través de mí, la posibilidad de realizar el Supramental sin dificultades demasiado grandes. Será entonces cuando mi acción verdadera podrá comenzar. No estoy impaciente por ver mi obra cumplida: lo que deba llegar llegará cuando Dios lo quiera. Y ya no me siento llevado a agitarme como un loco ni a volcarme en la acción con la única fuerza del pequeño ego. Aunque lo que he emprendido no pueda ser realizado, no me turbaré: ésta no es mi obra, sino la de Dios. No responderé, así pues, a ninguna otra llamada; me moveré solo cuando Dios me empuje a ello.
Sé que Bengala no está preparada. Esta ola de espiritualidad en la que el país se halla sumergido no es más, en su conjunto, que la espiritualidad del pasado bajo una forma nueva; no es la verdadera transformación. Estos son los signos de una no-realización, de una falta de madurez, pero eso no me preocupa. Dejemos que el impulso espiritual se exprese libremente en el país, bajo la forma que quiera y en tantas sectas como quiera. Más adelante, “ya veremos”. No estamos más que en la infancia de una Nueva Era o, más bien, en el estado embrionario; esto no es sino una primera aproximación y no el comienzo.
Vayamos ahora a Motilal y su grupo. Lo que Motilal ha aprendido a mi lado es el fundamento del yoga, su base misma: el don de sí, la equidad de alma etc…, que se esfuerza en poner en práctica sin conseguirlo. Ahora bien, una de las particularidades de este yoga es que la base permanece frágil hasta que no se alcanza un cierto grado de realización. Ahora Motilal quiere llegar más alto. Estaba atado anteriormente a un buen número de viejas creencias; aunque se ha liberado de algunas, a otras todavía les tiene un gran apego. Así, él creía firmemente en la necesidad de renuncia al mundo y quería fundar un Aurobindo Math (Monasterio Aurobindo). Ahora se ha dado cuenta, intelectualmente, de que esta renuncia no es necesaria, pero en el fondo, está todavía profundamente marcado por las huellas del pasado. Por eso él aconseja en este momento permanecer en el mundo practicando el desapego y el ascetismo. Ha comprendido que es indispensable renunciar al deseo; sin embargo, no ha llegado a conciliar plenamente esta renuncia y las delicias del ananda. Además, ha adoptado mi yoga en función del temperamento bengalí, es decir, enfocado no tanto bajo el ángulo del conocimiento como bajo el de las obras y la devoción; y aunque un cierto conocimiento haya florecido en él, le queda todavía mucho por descubrir. Aunque las brumas de su pensamiento no son tan densas como antes, todavía no han sido totalmente disipadas. No ha podido romper los límites de sus principios sátvicos (ego virtuoso) y todavía no se ha liberado de su ego. En una palabra, su desarrollo continúa, pero no ha culminado. Por mi parte, yo no precipito el movimiento; ¡que Motilal se desarrolle según su naturaleza! No quiero formar a todo el mundo con el mismo molde. La verdadera Cosa, que es idéntica en todos, debe expresarse de mil maneras y desarrollarse de múltiples formas; todo debe crecer desde dentro y yo no quiero moldear a nadie en su exterior. Motilal ha captado lo esencial, el resto ya vendrá.
La Deva Sangha es así pues la comunidad de aquellos que aspiran a la vida divina. Motilal, después de haber fundado en Chandernagor un grupo, que es el germen de dicha comunidad, se esfuerza en este momento por crear otros similares por todo el país. Pero si la sombra del ego viene a caer sobre una empresa de este género, la comunidad corre el riesgo de transformarse en secta. Naturalmente se puede caer en la tentación de pensar que esta comunidad, tal como es hoy en día, es ya lo que está llamada a ser un día, y que todo debe girar alrededor de este centro único; si no se pertenece al grupo, se está fuera del redil y, si se forma parte pero se expresa una opinión diferente de las ideas corrientes, ¡se es acusado de desviarse del camino correcto! Si Motilal comete este error, en una cierta medida al menos -cosa que yo no puedo afirmar- no ocurre nada grave; se retractará de su error. Él y su pequeño grupo han hecho bien las cosas y continúan haciéndolo. Hasta el momento nadie ha estado capacitado. La divina Shakti actúa a través de él, de eso no hay duda.
Probablemente te preguntarás: “¿Qué necesidad tenemos de una comunidad? ¡Somos libres y vivimos en todo y en todos. Que todo sea uno sin distinción y que ocurra lo que tenga que ocurrir en el seno de esta vasta unidad!” Sí, pero esto no es más que un aspecto de la verdad. No nos preocupamos sólo del Absoluto sin forma, queremos también conseguir el dominio de la vida y de las formasy formulaciones de la vida. Sin formas, no habría verdadero movimiento de vida; es el Sin-Forma el que ha tomado forma y si ha asumido así nombres y formas, no lo ha hecho por un capricho de Maya: Él ha tomado forma porque la forma es indispensable. Por eso no queremos rechazar ninguna de las actividades del mundo: política, comercio, vida social, poesía, arte, literatura, todo tendrá su lugar; pero a cada una de estas actividades debemos darle un alma y una forma nuevas.
Nosotros podemos perfectamente mezclarnos con otros; pero que sea para atraerlos al Camino y manteniendo intactos el espíritu y la forma del ideal de la Vida Divina; si no, nos extraviaremos y el verdadero trabajo no será hecho. Si cada uno, dondequiera que esté, actúa así en tanto que individuo separado, seguramente se podrá lograr alguna cosa, pero si actúa como miembro de una comunidad, el resultado será infinitamente superior. No obstante, el momento aún no ha llegado. Si se le da forma a esta comunidad demasiado pronto, no podrá corresponder a lo que nosotros queremos. Al principio, los miembros se dispersarán. Aquellos que comparten nuestro ideal, unidos en una misma aspiración, trabajarán en lugares diversos. Más tarde, podrán crear una especie de agrupación espiritual en la que, modelando sus acciones según el Espíritu y las necesidades de la época, se reunirán, no para formar una sociedad rígida y limitada, como la sociedad de otros tiempos o una estructura fija, sino para actuar con total libertad, como un mar que se expande a voluntad en sus innumerables variaciones, abrazando esto, inundando aquello, absorbiéndolo todo. Así se establecerá poco a poco la verdadera comunidad espiritual. Tal es por el momento mi visión de las cosas, pero es necesario darle tiempo para madurar. Esto es lo que me fue revelado en Alipore (carcel) en el transcurso de mis meditaciones y ahora toma forma en mí. Ya veremos a qué conducirá. El resultado está en manos de Dios. Que se cumpla Su voluntad. El pequeño grupo de Motilal no es más que un ensayo. Juntos, buscan los medios de hacer negocios y de lanzarse a la industria, la agricultura, etc. Yo les doy la Fuerza y velo por ellos. Puede haber ahí materiales para el futuro y podrán, probablemente, sacarse sugerencias útiles. No juzgues según las limitaciones, defectos o cualidades que observes en el presente: están todos aún en el estado puramente inicial y experimental.
A este respecto, quisiera comunicarte -brevemente- algunas reflexiones que son el fruto de una larga observación. En mi opinión, la causa esencial del debilitamiento de la India no es ni la sujeción, ni la pobreza, ni la falta de espiritualidad o la ausencia de ideal, sino el declive del poder de pensar y el ascenso de la Ignorancia en la patria del Conocimiento. Por todas partes observo la incapacidad, la repulsa o la fobia a pensar. Sea lo que sea lo que haya podido ocurrir en la Edad Media, en el presente, este estado de espíritu es el signo de una profunda degeneración. La Edad Media fue la noche, la época en la que se veía triunfar al ignorante; el mundo moderno ve la victoria del pensador. Es aquel que reflexiona, busca, el que trabaja más, el que puede sondear las profundidades del universo y descubrir la verdad, y su poder de acción se ve otro tanto acrecentado. Si se considera Europa, se perciben dos cosas: la presencia de un océano de pensamientos, vasto e ilimitado, y el juego de una fuerza prodigiosa, impetuosa y, sin embargo, disciplinada. En ello reside todo el poder de Europa, un poder tal que podría devorar el mundo como habrían podido hacerlo nuestros tapasvi de antaño cuyo poder inquietaba, aterraba incluso, a los dioses y les inspiraba respeto. Se dice que Europa corre hacia su perdición; mi impresión no es ésta. Todas esas revoluciones y conmociones son las fases preliminares de una nueva creación.
Ahora, mira a la India. Aparte de algunos gigantes solitarios, no se encuentra por todas partes más que gente de espíritu simple, dicho de otro modo, esos Indios medios, que no quieren ni pueden pensar, desprovistos de toda energía y sujetos solamente a crisis de excitación pasajera. En la India, se busca la facilidad en todo, tanto en el pensamiento como en la expresión. En Europa, se busca el pensamiento profundo, la expresión profunda. Incluso el trabajador ordinario reflexiona y quiere saberlo todo: no se contenta con conocimientos superficiales, sino que quiere ir al fondo de las cosas. Ahí está toda la diferencia. Sin embargo, la energía y el poder de reflexión propios de Europa adolecen de una limitación fatal: cuando se aplican al campo espiritual, pierden toda capacidad de percepción. En este terreno, para ella todo son enigmas, metafísicas nebulosas y alucinaciones yóguicas, todo es “como en una nube de humo en la que se frotan los ojos, sin distinguir nada”. Pero actualmente Europa está haciendo un esfuerzo real para superar esta limitación. En cuanto a nosotros, tenemos el sentido espiritual -heredado de nuestros ancestros- y cualquiera que posee este don dispone de tal Conocimiento y de tal Fuerza que de un soplo podría sacudir como cabaña de paja todo este poder prodigioso de Europa. Pero para captar esta Fuerza, esta Shakti, es preciso tener uno mismo la fuerza. Ahora bien, nosotros no somos adoradores de la Shakti, sino adoradores de la facilidad, y no es a través de la facilidad como se adquiere la Fuerza. Nuestros ancestros adquirieron su vasto conocimiento y edificaron una gran civilización sumergiéndose en un inmenso océano de pensamientos. Pero progresivamente la laxitud y la fatiga se instalaron; la intensidad del pensamiento disminuyó y, con ella, la corriente de la Shakti. Nuestra civilización se ha convertido en una estructura fija; nuestra religión no es más que beatería y prácticas exteriores; nuestra espiritualidad no es más que un débil resplandor, una ola de exaltación pasajera. Y mientras sea así, no puede esperarse una resurrección duradera de la India.
Quiero hacer brillar el sol del Conocimiento sobre el océano de esta Fuerza y encontrar en esta inmensidad de Luz el tranquilo éxtasis de la Unidad, del Amor y de la Felicidad infinitos. No es preciso que tenga miles de discípulos. Si puedo encontrar un centenar de hombres desarrollados en todos los planos de su ser, desprovistos de egoísmo mezquino y que sean los instru-mentos de Dios, me resultará suficiente. No tengo ninguna fe en la forma habitual del guru tal como se practica y no quiero ser considerado como tal. Mientras logren despertar y manifestar la divinidad que duerme en ellos y consigan vivir una vida divina, ya sea a mi lado o al de otro, estaré satisfecho. Porque son esos los hombres que levantarán el país.
En cuanto a los saddhus (santos) y a los personajes de los que me hablas, la impresión que me producen es, lo confieso, un tanto extraña -digamos que no encuentro en ellos lo que busco. Dayananda posee poderes asombrosos y sus discípulos, que son analfabetos, se dedican a la escritura automática, lo cual es un prodigio. ¡Bien!, pero no se trata más que de facultades psíquicas. A mí me gustaría conocer primero la calidad de su ser interior y saber qué grado de desarrollo han alcanzado. Hay otro que, por medio de un simple toque, puede sumergir a la gente en una embriaguez extática. ¡Bien!, pero ¿a qué conduce todo ello? Aquel que deguste esta embriaguez, ¿podrá erigirse en pilar de la Nueva Era, de la Era de la Unidad divina? ¡Ésa es la cuestión! Veo que tienes dudas al respecto, yo también.
Leyendo las profecías de estos santos personajes, no he podido evitar sonreír -pero no por burla o incredulidad; por mi parte, no tengo ningún conocimiento de un porvenir lejano. La luz que Dios me envía de cuando en cuando ilumina justo el paso que tengo que dar y yo me guío, entonces, por ella. Pero me pregunto qué esperan esos sadhus (santos) de mí ¿Puedo encontrar un lugar en tal noble asamblea? Me temo que al verme se sentirían decepcionados y, yo mismo, corro el riesgo de sentirme como un pez fuera del agua. Yo no soy ni un sannyasin ni un saddhu ni un santo, ni siquiera un hombre religioso. No tengo ni religión ni regla de conducta ni virtudes particulares. Estoy sumergido en la vida del mundo y gozo de los placeres que él me ofrece: como carne y bebo vino, tengo malas costumbres y me muevo a mi antojo -en suma “¡soy un tántrico del vama marga!” ¿Puedo relacionarme con esos grandes personajes y avatares? Si me vieran, me tomarían probablemente por un avatar de Kali o de cualquier aspecto demoníaco de la diosa Kali, de eso que los cristianos llaman el Anticristo. Parece que las falsas ideas circulan acerca de mí; si la gente se decepciona, no puedo hacer nada.
La razón de esta carta extraordinariamente larga es que yo, yo también, “llevo mi saco lleno”, pero creo que este saco mío está tan lleno como la red de SAN PEDRO, repleto de tesoros arrancados al Infinito. No voy a abrirlo en este momento. Si lo hiciera prematuramente, todo mi botín se perdería (Sri Aurobindo aquí alude al Evangelio de San Juan, cuando El Cristo se aparece por ultima vez a los Apostoles y les muestra como pescar los 153 grandes peces). No tengo la intención por el momento de volver a Bengala, no porque Bengala no esté preparada, sino porque yo no lo estoy. Un hombre que no está maduro en medio de hombres que tampoco lo están ¿qué obra puede realizar?
Tu Sedja (hermano)
Nota: hemos extractado la carta para hacerla menos larga, si estáis interesados en conocerla en su totalidad, solo tenéis que pedirlo, y si queréis profundizar en la relación misteriosa entre San Juan y Sri Aurobindo preguntarnos que es lo que sabemos de esta colaboración.