LA VIDA DIVINA. Capítulo XXVIII: – La Supermente, la Mente y la Sobremente Maya

Hay una Permanente Verdad oculta por una Verdad donde el Sol desata sus caballos. Los mil (rayos suyos) llegaron juntos – Aquel Uno. Vi la más gloriosa de las Formas de los Dioses.

Rig Veda

El rostro de la Verdad está oculto por una tapadera dorada; retíralo, oh Sol Nutricio, por la Ley de la Verdad, para que lo veamos. Oh Sol, Oh único Observador, ordena tus rayos, reúnelos juntos— déjame ver de ti tu más feliz forma de todas; ese Ser Consciente por doquier, El soy Yo.

Isha Upanishad

La Verdad, lo Recto, lo Extenso.

Atharva Veda

Llegó a ser ambos verdad y falsedad. Llegó a ser la Verdad, incluso todo esto que es.

Taittiriya Upanishad

Queda todavía por aclarar un punto que dejamos oscuro, el proceso de la caída en la Ignorancia; pues hemos visto que en la naturaleza original de la Mente, la Vida o la Materia para nada necesita una caída desde el Conocimiento. Se ha demostrado ciertamente que la división de la conciencia es la base de la Ignorancia, una división de la conciencia individual desde lo cósmico y lo trascendente de lo cual es con todo una parte íntima, inseparable en esencia, una división de la Mente desde la Verdad supramental de la que debería ser una acción subordinada, una división de la Vida desde la Fuerza original de la que es una energía dinamizada, una división de la Materia desde la Existencia original de la que es una forma de sustancia. Pero aún hay que aclarar cómo se produjo esta división en lo Indivisible, por qué peculiar acción auto-disminuyente o auto-eliminadora de la Conciencia-Fuerza en el Ser: pues dado que todo es movimiento de esa Fuerza, sólo mediante una acción tal que oscurezca su propia luz y poder plenos, pudo haber surgido el dinámico y efectivo fenómeno de la Ignorancia. Pero este problema puede saltarse para tratarlo en un más detenido examen del fenómeno dual del Conocimiento-Ignorancia que hace de nuestra conciencia una mezcla de luz y oscuridad, una media luz entre el pleno día de la Verdad supramental y la noche de la Inconsciencia material. Todo lo que es necesario anotar ahora es que debe ser en su carácter esencial una concentración exclusiva en un solo movimiento y estado del Ser Consciente, que coloca todo el resto de la conciencia y del ser detrás y lo vela de ese ahora parcial conocimiento del movimiento único.

Con todo hay un aspecto de este problema que debe considerarse de inmediato; es el abismo creado entre la Mente como la conocemos y la Verdad-Conciencia supramental de la que descubrimos que la Mente en su origen es un proceso subordinado. Pues este abismo es considerable y, si no hay gradaciones entre los dos niveles de conciencia, —(ya sea en la involución descendente del Espíritu en la Materia o en la correspondiente evolución en la Materia de los ocultos grados que conducen al Espíritu)—, una transición del uno al otro parece al máximo improbable, si no imposible. Pues la Mente, como la conocemos, es un poder de la Ignorancia que busca la Verdad, que aspira dificultosamente a descubrirla, alcanzando sólo construcciones y representaciones mentales de ella en palabras o en ideas, en formaciones de la mente, en formaciones sensorias, —como si todo lo que pudiese conseguir fuesen brillantes u oscuras fotografías o películas de una distante Realidad—. La Supermente, por el contrario, está en real y natural posesión de la Verdad y sus formaciones son formas de la Realidad, no construcciones, representaciones ni imágenes indicativas. Sin duda, la Mente evolutiva en nosotros está obstaculizada por su enclaustramiento en la oscuridad de esta vida y cuerpo, y el principio original de la Mente en su descenso involutivo es una cosa de mayor poder a la que no hemos llegado plenamente, capaz de actuar con libertad dentro de su propia esfera o ámbito, de levantar construcciones más reveladoras, formaciones más minuciosamente inspiradas, más sutiles y significativas encarnaciones en las que la luz de la Verdad esté presente y palpable. Pero todavía eso no es demasiado probable que sea esencialmente diferente en su acción característica, pues también es un movimiento en la Ignorancia, no una todavía no-separada porción de la Verdad-Conciencia. Debe existir en algún lugar de la escala descendente y ascendente del Ser un Intermedio poder y plano de conciencia, tal vez algo más que eso, algo con una creadora fuerza original, a través del cual fue efectuada la transición involutiva de la Mente en el Conocimiento a la Mente en la Ignorancia y a través del cual nuevamente se torna inteligible y posible la evolutiva transición inversa. Para la transición involutiva esta intervención es un imperativo lógico, para la transición evolutiva es una necesidad práctica. Pues en la evolución hay ciertamente transiciones radicales, desde Energía indeterminada a Materia organizada, desde Materia inanimada a Vida, desde una Vida subconsciente o submental a una Vida perceptiva, sensible y activa, desde primitiva mentalidad animal a racional Mente conceptual que observa y gobierna la Vida y se observa a sí misma también, capaz de actuar como una entidad independiente e incluso de buscar conscientemente la auto-trascendencia; mas estos saltos, aunque considerables, se preparan hasta cierto punto con lentas gradaciones que los tornan concebibles y factibles. No puede haber brecha tan inmensa como la que parece existir entre la Verdad-Conciencia Supramental y la Mente en la Ignorancia.

Mas si tales gradaciones intermedias existen, resulta claro que deben ser super-conscientes para la mente humana que no parece tener en su estado normal ingreso alguno en estos grados superiores del ser. El hombre es limitado en su conciencia por la mente e incluso por un alcance dado o escala de la mente: lo que está debajo de su mente, sub-mental o mental pero inferior a su escala, le parece enseguida subconsciente o no discernible de la inconsciencia completa; lo que está arriba para él es super-consciente y se inclina casi a considerarlo como vacío de conocimiento, una suerte de luminosa Inconsciencia. Así como está limitado a una cierta escala de sonidos o de colores y lo que está por encima o por debajo de esa escala le resulta inaudible e invisible o, al menos, indistinguible, de igual manera ocurre con su escala de conciencia mental, confinada a cada extremo por una incapacidad que marca su límite superior e inferior. No tiene suficientes medios de comunicación ni siquiera con el animal que es su congénere mental, aunque no su igual, y es capaz de negarle mente o conciencia real porque sus modalidades son distintas y más limitadas que aquellas con las que él y su especie están familiarizados; puede observar al ser sub-mental desde afuera pero no puede comunicarse con él ni ingresar íntimamente en su naturaleza. Igualmente el super-consciente es para él un libro cerrado que sólo puede estar lleno de páginas vacías. A primera vista, entonces, parecería como si no tuviese medios de contacto con estas superiores gradaciones de la conciencia: de ser así, no pueden actuar como vínculos o puentes y su evolución debe cesar con su realizado ámbito mental, sin superarlo; la Naturaleza, al trazar estos límites, ha escrito el final de este elevado esfuerzo.

Pero cuando miramos más cerca, percibimos que esta normalidad es engañosa y que de hecho hay diversas direcciones en las que la mente humana se trasciende, va más allá de sí misma, tiende hacia una auto-superación; éstas son precisamente las líneas necesarias de contacto o velados o semi-velados pasajes que la conectan con grados superiores de conciencia del Espíritu auto-manifestante. Primero, hemos notado el lugar que ocupa la Intuición entre los medios humanos del conocimiento, y la Intuición es en su misma naturaleza una proyección de la acción característica de estos grados superiores dentro de la mente de la Ignorancia. Es cierto que en la mente humana su acción está en gran medida oculta por las intervenciones de nuestra inteligencia normal; una intuición pura es un raro acontecer en nuestro actividad mental: pues lo que así denominamos es por lo general un punto de conocimiento directo inmediatamente captado y recubierto con material mental, de modo que sirva sólo como un invisible o muy diminuto núcleo de cristalización que, en su conjunto, es intelectual o, dicho de otro modo, de carácter mental; o también el destello de la intuición es rápidamente reemplazado o interceptado antes de que tenga la oportunidad de manifestarse, por un rápido movimiento mental imitativo, por un entendimiento o percepción inmediata o veloz o por algún proceso del pensamiento de rápida reacción que debe su aparición al estímulo de la intuición que llega pero obstruye su ingreso o la cubre con una sustituta sugestión mental verdadera o errónea aunque, en cualquier caso, no el auténtico movimiento intuitivo. No obstante, el hecho de esta intervención desde arriba, el hecho de que detrás de todo nuestro pensamiento original o percepción auténtica de las cosas exista un velado, un semi-velado o un rápido elemento intuitivo no-velado es suficiente como para establecer una conexión entre la mente y lo que está por encima de ella; ello abre un pasaje de comunicación y de entrada en los superiores ámbitos-espirituales. También está la tendencia de la mente a superar la limitación del ego personal, a ver las cosas dentro de cierta impersonalidad y universalidad. La impersonalidad es la primera característica del ser-en-sí cósmico; la universalidad, la no-limitación por el singular o limitador punto de vista, es la característica de la percepción y el conocimiento cósmicos: esta tendencia es, por lo tanto, una ampliación, aunque rudimentaria, de estas restringidas áreas mentales en pos de lo cósmico, en pos de una cualidad que es la misma característica de los planos mentales superiores, —(en pos de esa cósmica Mente super-consciente que, como hemos sugerido, debe ser en la naturaleza de las cosas la original acción-mental de la que la nuestra es sólo un proceso derivado e inferior)—. Además, no hay una total ausencia de penetración desde arriba dentro de nuestros límites mentales. Los fenómenos de genialidad son en realidad el resultado de tal penetración, —sin duda velada—, porque la luz de la conciencia superior no sólo actúa dentro de estrechos límites, por lo general en un campo especial, sin ninguna regulada organización separada de sus energías características, a menudo muy caprichosamente, muy erráticamente y con una super-normal o anormal gobernación irresponsable, sino también que al entrar en la mente se somete y se adapta a la sustancia mental de modo que sólo es una modificada o disminuida dinámica que nos alcanza, no la plena y original luminosidad divina de lo que podría llamarse la elevada conciencia más allá de nosotros. Empero, los fenómenos de inspiración, de visión reveladora o de percepción intuitiva y discernimiento intuitivo, que exceden nuestra menos iluminada o menos poderosa normal acción-mental, están allí y su origen resulta inconfundible. Finalmente, está el extenso y multitudinario campo de la experiencia mística y espiritual, y aquí las puertas ya están abiertas de par en par ante la posibilidad de extender nuestra conciencia más allá de sus límites actuales, —(a no ser que por un oscurantismo que rehúse investigar o un apego a nuestros limites de normalidad mental las cerremos o desviemos de las vistas que abren ante nosotros)—. Más en nuestra actual investigación no podemos descuidar las posibilidades que estos dominios del esfuerzo de la humanidad nos acercan, ni el añadido conocimiento de uno mismo y de la velada Realidad que es su don para la mente humana, la mayor luz que los arma con el derecho de actuar sobre nosotros y es el poder innato de su existencia.

Hay dos movimientos sucesivos de la conciencia, difíciles pero accesibles a nuestra capacidad, por los que podemos tener acceso a las gradaciones superiores de nuestra existencia consciente. Primero está un movimiento interior por el que, en lugar de vivir en nuestra mente superficial, rompemos el muro existente entre nuestro yo externo y nuestro yo ahora subliminal; esto puede producirse mediante esfuerzo y disciplina graduales o mediante una vehemente transición, a veces por una vigorosa ruptura involuntaria, (el último de ningún modo sin riesgo para la limitada mente humana acostumbrada a vivir seguramente sólo dentro de sus límites normales,) pero de cualquier modo, con riesgo o sin él, la cosa puede realizarse. Lo que descubrimos dentro de esta parte secreta de nosotros mismos es un ser interior, un alma, una mente interior, una vida interior, una interior entidad sutil-física que es mucho mayor en sus potencialidades, más plástica, más poderosa, más capaz de un múltiple conocimiento y dinamismo que nuestra mente, vida y cuerpo superficiales; en especial, es capaz de una directa comunicación con las fuerzas universales, movimientos, objetos del cosmos, de una directa sensación y apertura hacia ellos, de una directa acción sobre ellos e incluso de una ampliación de si más allá de los límites de la mente personal, de la vida personal, del cuerpo, de modo que se siente, cada vez más, un ser universal ya no limitado por los muros de nuestra estrecha existencia mental, vital y física. Esta ampliación puede extenderse hasta un ingreso completo dentro de la conciencia de la Mente cósmica, dentro de una unidad con la Materia universal. Ésa, sin embargo, es todavía una identificación bien con una disminuida verdad cósmica o bien, con la Ignorancia cósmica.

Pero una vez cumplido este ingreso dentro del ser interior, se descubre que el Yo interior es capaz de una apertura, de un ascenso hacia dentro de cosas más allá de nuestro actual nivel mental; esa es la segunda posibilidad espiritual en nosotros. El primero y más ordinario resultado es un descubrimiento de un extenso Yo estático y silencioso que sentimos que es nuestra real o nuestra básica existencia, el fundamento de todo lo demás que somos. Allí puede darse, incluso una extinción, un Nirvana de nuestro ser activo y del sentido del yo, dentro de una Realidad que es indefinible e inexpresable. Pero asimismo podemos advertir que este yo es no sólo nuestro propio ser espiritual sino también el yo verdadero de todos los demás; se presenta entonces como la verdad subyacede la existencia cósmica. Es posible permanecer en un Nirvana de toda la individualidad, detenerse en una realización estática o, considerando el movimiento cósmico como un juego o ilusión superficiales impuestos sobre el Yo silencioso, ingresar en cierto estado supremo, inmóvil e inmutable, más allá del universo. Pero se ofrece también otro rasgo menos negativo de la experiencia supernormal, también ofrecido en sí mismo; pues allí tiene lugar un gran descenso dinámico de luz, conocimiento, poder, bienaventuranza u otras energías super-normales dentro de nuestro yo de silencio, y podemos ascender también dentro de superiores regiones del Espíritu donde su estado inmóvil es el fundamento de aquellas grandes y luminosas energías. En cualquier caso resulta evidente que nos hemos elevado más allá de la mente de la Ignorancia, dentro de un estado espiritual; pero, en el movimiento dinámico, la mayor acción resultante de la Conciencia-Fuerza puede presentarse, o bien, simplemente como una pura dinámica espiritual no determinada en forma alguna en su carácter, o bien, puede revelar un ámbito-mental en el que la mente no sea ya ignorante de la Realidad,—empero, no un nivel de la supermente, sino derivando de la supramental Verdad-Conciencia y, todavía, luminoso con algo de su conocimiento.

Es en la última alternativa que descubrimos el secreto que buscamos, el medio de la transición, el paso necesario hacia una transformación supramental; pues percibimos un objetivo gradual de ascenso, una comunicación con una luz y poder de arriba cada vez más profundos e inmensos, una escala de intensidades que pueden considerarse como tantos escalones en la ascensión de la Mente o en el descenso dentro de la Mente de Eso que está más allá de ella. Nos hacemos conscientes de un aguacero enorme como un mar, de masas de un conocimiento espontáneo que asume la naturaleza del Pensamiento pero tiene un carácter diferente del proceso de pensamiento al que estamos acostumbrados; pues aquí no hay nada de búsqueda, ni rastro de construcción mental, ni trabajo de especulación o difícil descubrimiento; es un conocimiento automático y espontáneo derivado de una Mente Superior que parece estar en posesión de la Verdad y no en busca de realidades ocultas o dificultadas. Uno observa que este Pensamiento es mucho más capaz que la mente de incluir a la vez una masa de conocimiento de un simple vistazo; tiene un carácter cósmico, no el sello de un pensamiento individual. Más allá de esta Verdad-Pensamiento podemos distinguir un mayor instinto de iluminación con un creciente poder e intensidad y fuerza conductora, una luminosidad de la naturaleza de la Verdad-Visión con formulación de pensamiento como una actividad menor y dependiente. Si aceptamos la imagen Védica del Sol de la Verdad, —una imagen que en esta experiencia se convierte en una realidad—, podemos comparar la acción de la Mente Superior con un sereno y firme sol brillando, la energía de la Mente Iluminada más allá de aquella la podemos comparar con un aguacero de masivos destellos de llameante material-solar. Más allá todavía, puede encontrarse un poder todavía mayor de la Verdad-Fuerza, una íntima y exacta Verdad-visión, Verdad-pensamiento, Verdad-sensación, Verdad-sentimiento, Verdad-acción, a las que podemos dar, en un sentido especial el nombre de Intuición; pues aunque hemos aplicado esa palabra, a falta de una mejor, para referirnos a cualquier modo supra-intelectual de conocimiento directo, empero lo que realmente conocemos como intuición es sólo un movimiento especial de conocimiento auto-existente. Este nuevo ámbito es su origen; imparte a nuestras intuiciones algo de su propia característica distintiva y es muy claramente un intermediario de una mayor Verdad-Luz con la que nuestra mente no puede comunicarse directamente. En la fuente de esta Intuición descubrimos una super-consciente Mente cósmica en directo contacto con la Supramental Verdad-Conciencia, una original intensidad determinante de todos los movimientos debajo de ella y de todas las energías mentales, —no la Mente como la conocemos, sino una Sobremente que cubre, como con las amplias alas de alguna Sobrealma creadora, este completo hemisferio inferior del Conocimiento-Ignorancia, lo vincula con la más grande Verdad-Conciencia mientras que, al mismo tiempo, con su brillante Tapadera dorada vela el rostro de la mayor Verdad a nuestra vista, interviniendo con su torrente de infinitas posibilidades simultáneamente como obstáculo y como pasaje en nuestra búsqueda de la ley espiritual de nuestra existencia, su supremo objetivo, su Realidad secreta. Este es entonces el vínculo oculto que buscábamos; este es el Poder que, al mismo tiempo, conecta y divide el supremo Conocimiento y la cósmica Ignorancia.

En su naturaleza y ley, la Sobremente es una delegada de la Conciencia-de-la-Supermente, su delegada ante la Ignorancia. O podríamos hablar de ella como una doble protectora, una pantalla, a través de la cual la Supermente puede actuar indirectamente sobre una Ignorancia cuya oscuridad no puede sobrellevar ni recibir el impacto directo de la suprema Luz. Además, es mediante la proyección de este luminoso halo de la Sobremente que se toma posible la difusión de una disminuida luz en la Ignorancia y la proyección de esa sombra contraria que devora en sí misma toda la luz, esto es, la Inconciencia. Pues la Supermente transmite a la Sobremente todas sus realidades, pero le deja formularlas en un movimiento y de acuerdo con un conocimiento de las cosas que es todavía una visión de la Verdad y, con todo, al mismo tiempo, un primer generador de la Ignorancia. A la Supermente y a la Sobremente las divide una línea que permite una libre transmisión, hace que el Poder inferior derive desde el Poder superior todo lo que contiene o ve, pero automáticamente compele un cambio transicional en el pasaje. La integridad de la Supermente mantiene siempre la verdad esencial de las cosas, la verdad total y la verdad de sus individuales autodeterminaciones claramente anudadas juntas; mantiene en ellas una inseparable unidad y entre ellas una íntima interpretación, y una libre y plena conciencia de una con la otra: más en la Sobremente esta integridad ya no esta allí. Empero la Sobremente es bien consciente de la Verdad esencial de las cosas; abarca la totalidad; usa la autodeterminación individual sin ser limitada por ellas: pero aunque conoce su unidad, puede comprenderla en una cognición espiritual, empero su movimiento dinámico, aunque confiando en eso para su seguridad, no está directamente determinado por ella. La Energía de la Sobremente procede a través de una ilimitable capacidad de separación y combinación de los poderes y aspectos de la omni-comprehensiva Unidad integral e indivisible. Toma cada Aspecto o Poder y le da una acción independiente en la que adquiere una plena importancia separada y es capaz de estructurar, podríamos decir, su propio mundo de creación. Purusha y Prakriti, el Alma Consciente y la Fuerza ejecutiva de la Naturaleza, son en la armonía supramental una singular verdad de doble aspecto, a la vez, ser y dinámica de la Realidad; no puede haber desequilibrio ni predominio del uno sobre el otro. En la Sobremente tenemos el origen de la hendidura, la aguda distinción hecha por la filosofía de los Sankhyas en la que aparecen como dos entidades independientes, Prakriti capaz de dominar a Purusha y de nublar su oscuridad y poder, reduciéndolo a testigo y receptor de sus formas y acciones, Purusha capaz de retornar a su separada existencia de morar en una libre auto-soberanía por rechazo de su original ultra-encubridor principio material. Lo mismo ocurre con los demás aspectos o poderes de la Realidad Divina, el Uno y los Muchos, la Personalidad Divina y la Impersonalidad Divina, y el resto; cada uno es un aspecto y poder de la Realidad única, pero cada uno está facultado para actuar como una entidad independiente totalmente, para arribar a la plenitud de las posibilidades de su expresión separada y para desarrollar las consecuencias dinámicas de esta separación. Al mismo tiempo, en la Sobremente esta separación está todavía fundada sobre la base de una subyacente unidad implícita; todas las posibilidades de combinación y relación entre los Poderes y Aspectos separados, todos los intercambios y mutualidades de sus energías están libremente organizadas y su realidad es siempre posible.

Si consideramos a los Poderes de la Realidad como otras tantas Deidades, podemos decir que la Sobremente libera dentro de la acción un millón de Deidades, cada una facultada para crear su propio mundo, cada mundo capaz de relación, comunicación e intercambio con los demás. En el Veda hay diferentes formulaciones de la naturaleza de los Dioses: se dice que todos son una sola Existencia a la que los sabios dan distintos nombres; empero, cada Dios es adorado como si por sí mismo fuese esa Existencia, uno que es todos los demás Dioses juntos o que los contiene en su ser; y cada uno, a su Vez, es una Deidad separada que actúa a veces al unísono con deidades compañeras, a veces separadamente, a veces incluso en aparente oposición con las otras Deidades de la misma Existencia. En la Supermente todo esto se mantendría unido junto como un armonizado juego de la Existencia única; en la Sobremente cada una de estas tres condiciones podría ser una separada acción o base de acción y tener su propio principio de desarrollo y sus consecuencias, y con todo, cada cual mantiene el poder de combinarse con los demás en una armonía más compuesta. Al igual que con la Existencia Única, lo mismo ocurre con su Conciencia y Fuerza. La Conciencia Única está separada en múltiples formas independientes de la conciencia y del conocimiento; cada una sigue su propia línea de verdad que ha de realizar. La única Real-idea total y multilateral está partida en sus múltiples lados; cada uno se convierte en una Idea-Fuerza independiente con el poder de realizarse. La única Conciencia-Fuerza es liberada dentro de sus millones de fuerzas, y cada una de estas fuerzas tiene derecho a lograr o asumir, si es preciso, una hegemonía, ocupando para su utilidad las demás fuerzas. De igual manera el Deleite de la Existencia es soltado dentro de toda modalidad de deleites y cada cual lleva en sí mismo su plenitud independiente o extremo soberano. De esa manera, la Sobremente brinda a la Única Existencia-Conciencia-Bienaventuranza el carácter de una abundancia de posibilidades infinitas que pueden desarrollarse dentro de una multitud de mundos o reunirse dentro de un solo mundo en el que el resultado interminablemente variable de su juego es el determinante de la creación, de su proceso, de su curso y de su consecuencia.

Dado que la Conciencia-Fuerza de la Existencia eterna es la creadora universal, la naturaleza de un mundo dado dependerá de cualquier auto-formulación que esa Conciencia exprese en ese mundo. Igualmente, para cada ser individual, su visión o representación para sí mismo del mundo en que vive dependerá del equilibrio o estructura que esa Conciencia haya asumido en él. Nuestra humana conciencia mental ve al mundo en secciones cortadas por la razón y el sentido, y puestas juntas en una formación que también es seccional; la casa que construye está planificada para acomodar una u otra generalizada formulación de la Verdad, pero excluye el resto o admite alguna sólo como huéspedes o dependientes de la casa. La Conciencia de la Sobremente es global en su cognición y puede contener juntas cualquier cantidad de diferencias aparentemente fundamentales en una reconciliadora visión. De esa manera, la razón mental ve a la Persona y a lo Impersonal como opuestos: concibe una Existencia impersonal en la qué persona y personalidad son ficciones de la Ignorancia o construcciones temporarias; o, por el contrario, puede ver a la Persona como la realidad primaria y a lo impersonal como una abstracción mental o solamente material o medio de manifestación. Para la inteligencia de la Sobremente estos son Poderes separables de la Existencia única que pueden perseguir su autoafirmación independiente y también pueden unir juntas sus diferentes modalidades de acción, creando en su independencia y en su unión diferentes estados de conciencia, y el ser que pueden ser todos ellos, válido y totalmente capaz de coexistencia. Una existencia y conciencia puramente impersonales es cierto y posible, pero también lo es una conciencia y existencia enteramente personal; el Divino Impersonal, Nirguna Brahman, y el Divino Personal, Saguna Brahman, son aquí iguales y coexistentes aspectos de lo Eterno. La impersonalidad puede manifestarse con una persona subordinada a ella como una modalidad de expresión pero, igualmente, la Persona puede ser la realidad con la impersonalidad como modalidad de su naturaleza: ambos aspectos de la manifestación se encaran uno con otro en la infinita variedad de la Existencia consciente. Las que para la razón mental son diferencias irreconciliables se presentan ante la inteligencia de la Sobremente como correlativas coexistentes; las que para la razón mental son contrarias resultan complementarias para la inteligencia de la Sobremente. Nuestra mente ve que todas las cosas nacen de la Materia o de la Energía material, existen por ella, retornan a ella; nuestra mente concluye que la Materia es el factor eterno, la realidad primera y última, Brahman. O ve todo como nacido de la Fuerza-Vital o de la Mente, existiendo por la Vida o por la Mente, retornando a la Vida o a la Mente universales, y concluye que este mundo es una creación de la Fuerza Vital cósmica o de una cósmica Mente o Logos. O ve al mundo y todas las cosas como nacidas de, existiendo por y retornando a la Real-Idea o al Conocimiento-Voluntad del Espíritu o al Espíritu mismo, y concluye en un criterio idealista o espiritual del universo. Puede adherirse a cualquiera de estos modos de apreciación, más para su normal criterio separativo cada uno de estos modos excluye a los demás. La conciencia de la Sobremente percibe que cada criterio es verdad de la acción del principio que erige, puede apreciar que hay una material fórmula-mundial, una vital fórmula-mundial, una mental formula-mundial, una espiritual fórmula-mundial, y cada una puede predominar en un mundo propio y al mismo tiempo todas pueden combinarse en un solo mundo como sus poderes constitutivos. La auto-formulación de la Fuerza Consciente en la que se basa nuestro mundo como una aparente Inconsciencia que oculta en sí una suprema Existencia-Consciente y contiene juntos todos los poderes del Ser en su inconsciente secreto, un mundo de Materia universal que se realiza en la Vida, la Mente, la Sobremente, la Supermente, el Espíritu, cada uno de ellos a su vez empleando a los demás coma medios de su auto-expresión, la Materia demostrando en la visión espiritual haber sido siempre una manifestación del Espíritu, es para el criterio de la Sobremente una creación normal y fácilmente realizable. En su poder de originar y en el proceso de su ejecución dinámica, la Sobremente es una organizadora de múltiples potencialidades de la Existencia, cada cual afirmando su realidad separada pero todas capaces de vincularse juntas de muchos modos diferentes pero simultáneos, un mago facultado para entretejer la multi-coloreada trama y urdimbre de la manifestación de una singular entidad en un complejo universo.

En este simultáneo desarrollo de multitudinarios Poderes o Potencias independientes o combinados no hay caos, ni conflicto ni caída de la Verdad o el Conocimiento. La Sobremente es una creadora de verdades, no de ilusiones ni falsedades: lo que se estructura en cualquier enérgico dinamismo o movimiento sobremental dado es la verdad del Aspecto, Poder, Idea, Fuerza, Deleite que se libera dentro de la acción independiente, la verdad de las consecuencias de su realidad en esa independencia. No hay exclusividad afirmando a cada una como verdad única del ser o a las demás como verdades inferiores: cada Dios conoce a todos los Dioses y su lugar en la existencia; cada Idea admite a todas las otras ideas y su derecho a ser; cada Fuerza concede un lugar a todas las demás fuerzas y su verdad y consecuencias; ningún deleite de la separada existencia cumplida o de la separada experiencia niega o condena el deleite de otra existencia u otra experiencia. La Sobremente es un principio de Verdad cósmica y su espíritu mismo es una vasta e interminable universalidad; su energía es un omni-dinamismo al igual que un principio de dinamismos separados: es una suerte de Supermente inferior, ?aunque está concernida predominantemente no con absolutos sino con lo que podría llamarse potencias dinámicas o verdades pragmáticas de la Realidad, o con absolutos principalmente para su poder de generar valores pragmáticos o creadores, aunque, también, su comprehensión de las cosas es más global que integral, dado que su totalidad está construida de todos globales o constituida por independientes realidades separadas que se unen o coaligan, y aunque capta la unidad esencial y siente que es base de las cosas y que penetra en su manifestación, ya no es como en la Supermente su íntimo y siempre-presente secreto, su dominante contenido, el abierto constructor constante del todo armónico de su actividad y naturaleza.

Si comprendiéramos la diferencia de esta global Conciencia de la Sobremente desde nuestra separativa y sólo imperfectamente sintética conciencia mental, podríamos acercarnos a ella si comparamos el criterio estrictamente mental con lo que sería un criterio sobremental de las actividades en nuestro universo material. Para la Sobremente, por ejemplo, todas las religiones serian verdaderas como desarrollos de la eterna religión única, todas las filosofías serán válidas, cada cual en su propio campo como afirmación de su propio criterio universal desde su propio ángulo de visión, todas las teorías políticas con su práctica serían la estructuración legitima de una Idea-Fuerza con su derecho de aplicación y desarrollo práctico en el juego de las energías de la Naturaleza. En nuestra conciencia separativa, imperfectamente visitada por vislumbres de integridad y universalidad, estas cosas existen como opuestos; cada cual reclama ser la verdad y acusa a los demás de error y falsedad, cada cual se siente impelido a refutar o destruir a los demás a fin de ser la única Verdad y vida: en el mejor de los casos, cada uno reclama ser superior, admite a los demás sólo como inferiores expresiones-de-la-verdad. Una Inteligencia sobremental rehusaría mantener esta concepción o este impulso de exclusividad ni por un momento; permitiría a todos vivir como necesarios para el todo o poner a cada uno en su lugar en el todo o asignar a cada uno su campo de realización o de esfuerzo. Esto ocurre porque en nosotros la conciencia ha descendido por completo a las divisiones de la Ignorancia; la Verdad ya no es un Infinito o un todo cósmico con múltiples formulaciones posibles, sino una rígida afirmación que sostiene que cualquier otra afirmación es falsa porque difiere de ella y está asentada en otros límites. En verdad, nuestra conciencia mental puede arribar en su cognición a una considerable aproximación en pos de una total comprehensividad y universalidad, pero organizar eso en la acción y en la vida parece estar más allá de su poder. La Mente evolutiva, manifiesta en individuos o colectividades, proyecta una multiplicidad de puntos de vista divergentes, divergentes líneas de acción y les permite que se estructuren uno junto al otro, o en colisión, o en cierta entremezcla; puede efectuar armonías selectivas, mas no puede arribar a un control armónico de la verdadera totalidad. La Mente cósmica debe tener incluso en la evolutiva Ignorancia, como todas las totalidades, una tal armonía aunque sólo sea de ordenados acordes y discordes; también hay en ella un subyacente dinamismo de unidad: pero lleva la integridad de estas cosas en sus honduras, tal vez en un substratum de supermente-sobremente, pero no la imparte a la Mente individual en la evolución, y no la trae ni la trajo todavía desde las honduras a la superficie. Un mundo de la Sobremente sería un mundo de armonía; el mundo de la Ignorancia en el que vivimos es un mundo de desarmonía y lucha.

Empero podemos reconocer de inmediato en la Sobremente a la original Maya cósmica, no Maya de Ignorancia sino Maya de Conocimiento, pero con todo un Poder que ha hecho posible la Ignorancia, incluso inevitable. Pues si cada principio volcado dentro de la acción debe seguir su línea independiente y arrostrar sus completas consecuencias, el principio de separación debe concederse también su curso completo y arribar a su consecuencia absoluta; este es el descenso inevitable, facilis descensus, que la Conciencia, una vez que admite el principio separativo, sigue hasta entrar por ocultadora fragmentación infinitesimal, tucchyena , dentro de la Inconciencia material, —El Océano Inconsciente del Rig-Veda—, y si el Uno nace de eso por su propia grandeza, está todavía oculto al principio por una fragmentaria existencia y conciencia separativa que es nuestra y en la que hemos de reunir cosas juntas para arribar a un todo. En ese lento y difícil emerger se da cierta similitud de verdad al dicho de Heráclito de que la Guerra es progenitora de todas las cosas; pues cada idea, fuerza, conciencia separada, ser viviente, por la necesidad misma de su ignorancia entra en colisión con los demás y procura vivir, crecer y realizarse mediante auto-aserción independiente, no mediante armonía con el resto de la existencia. Empero aún está allí la desconocida Unidad subyacente que nos compele a pugnar lentamente en pos de alguna forma de armonía, de interdependencia, de concordancia de discordancias, de una difícil unidad. Pero es sólo mediante la evolución en nosotros de los ocultos poderes superconscientes de la Verdad cósmica y de la Realidad en la que ellos son uno, que la armonía y unidad por las que pugnamos pueden realizarse dinámicamente en la fibra misma de nuestro ser y en toda su auto-expresión y no meramente en intentos imperfectos, construcciones incompletas, aproximaciones siempre-cambiantes. Los ámbitos superiores de la Mente espiritual han de abrirse sobre nuestro ser y conciencia y asimismo lo que está más allá incluso de la Mente espiritual debe aparecer en nosotros si hemos de realizar la posibilidad divina de nuestro nacimiento en la existencia cósmica.

La Sobremente, en su descenso, alcanza una línea que divide la Verdad cósmica de la Ignorancia cósmica; es la línea en la que se torna posible para la Conciencia-Fuerza, enfatizando la separación de cada movimiento independiente creado por la Sobremente y escondiendo u oscureciendo su unidad, dividir a la Mente mediante una exclusiva concentración desde la fuente sobremental. Ya hubo una separación similar de la Sobremente desde su fuente supramental, pero con una transparencia en el velo que permite una transmisión consciente y mantiene una cierta luminosa relación; pero aquí el velo es opaco y la transmisión de los motivos de la Sobremente a la Mente es oculta y oscura. La Mente separada actúa como si fuese un principio independiente, y cada ser mental, cada idea mental básica, poder y fuerza, permanece de modo similar en su yo separado; si se comunica o combina o toma contacto con los demás, no lo es con la integra universalidad del movimiento de la Sobremente, sobre una base de subyacente unidad, sino como unidades independientes que se unen para formar un construido todo separado. Es por este movimiento que ingresamos desde la Verdad cósmica en la Ignorancia cósmica. La Mente cósmica, en este nivel, sin duda, comprehende su propia unidad, pero no tiene conciencia de su propia fuente y fundamento en el Espíritu o sólo puede comprehenderla por la inteligencia, no en cualquier experiencia duradera; actúa en sí como si fuese por derecho propio, y estructura lo que recibe como material sin comunicación directa con la fuente de la cual lo recibe. Sus unidades también actúan en ignorancia una de la otra y del todo cósmico, salvo en cuanto al conocimiento que puedan obtener por contacto y comunicación, —el sentido básico de la identidad y la mutua penetración y comprensión que deriva de ella ya no están allí—. Todas las acciones de esta Energía de la Mente proceden sobre la base opuesta de la Ignorancia y sus divisiones y, aunque son los resultados de un cierto conocimiento consciente, es un conocimiento parcial, no un verdadero e integral auto-conocimiento, ni un verdadero e integral conocimiento-del-mundo. Esta característica persiste en la Vida y en la Materia sutil y reaparece en el denso universo material que surge de la caída final dentro de la Inconciencia.

Empero, así como en nuestra Mente subliminal o interior, de igual manera en esta Mente también queda aún un mayor poder de comunicación y mutualidad, un más libre juego de la mentalidad y la sensación que el que posee la mente humana, y la Ignorancia no es completa; resulta más posible una armonía consciente, una organización interdependiente de las relaciones correctas: la Mente no está aún perturbada por ciegas fuerzas de la Vida ni oscurecida por la insensible Materia. Es un plano de la Ignorancia, mas no de la falsedad o el error —o al menos la caída en la falsedad y el error no es todavía inevitable; esta Ignorancia es limitativa, pero no necesariamente falsificadora—. Hay limitación de conocimiento, una organización de verdades parciales, pero no una negación u un opuesto de la verdad o el conocimiento. Esta característica de una organización de verdades parciales sobre una base de conocimiento separativo persiste en la Vida y en la Material sutil, pues la concentración exclusiva de la Conciencia-Fuerza que las pone dentro de la acción separativa no corta por entero ni ciega a la Mente desde la Vida ni a la Mente y a la Vida desde la Materia. La completa separación puede tener lugar cuando el estado de Inconsciencia haya sido alcanzado y nuestro mundo de múltiple Ignorancia surja de esa tenebrosa matrix Estas otras etapas todavía conscientes de la involución son ciertamente organizaciones de la Fuerza Consciente en la que cada cual vive desde su propio centro, continua sus propias posibilidades, y el principio predominante mismo, sea Mente, Vida o Materia, estructura las cosas sobre su propia base independiente; pero lo que se estructura son verdades de sí, no ilusiones, ni un enredo de verdad y falsedad, conocimiento e ignorancia. Más cuando por una exclusiva concentración sobre la Fuerza y la Forma, la Conciencia-Fuerza parece separar fenoménicamente la Conciencia de la Fuerza, o cuando absorbe a la Conciencia en un ciego sueño perdido en la Forma y en la Fuerza, entonces la Conciencia ha de pugnar para regresar a si misma, mediante una evolución fragmentaria que necesita del error y hace inevitable la falsedad. No obstante, estas cosas tampoco son ilusiones surgidas de una original No-Existencia; son, diríamos, las inevitables verdades de un mundo nacido a partir de la Inconsciencia. Pues la Ignorancia es aún en realidad, un conocimiento en busca de sí detrás de la original máscara de la Inconsciencia; falla y descubre, sus resultados, naturales e incluso inevitables en su propia línea, son la verdadera consecuencia de la caída —en un sentido, incluso, el correcto trabajo de la recuperación desde la caída—. La Existencia que se hunde dentro de una aparente No-Existencia, la Conciencia dentro de una aparente Inconsciencia, el Deleite de la existencia que se hunde dentro de una extensa insensibilidad cósmica, son el primer resultado de la caída y, en el retorno desde ella mediante una pugnaz experiencia fragmentaria, la interpretación de la Conciencia dentro de los duales términos de verdad y falsedad, conocimiento y error, de la Existencia dentro de los duales términos de vida y muerte, del Deleite de la existencia dentro de los duales términos de dolor y placer, son el proceso necesario de la labor de auto-descubrimiento. Una pura experiencia de Verdad, Conocimiento, Deleite, imperecedera existencia, sería aquí una contradicción de la verdad de las cosas. Sólo podría ser de otro modo si todos los seres fuesen en la evolución sosegadamente sensibles a los elementos psíquicos dentro de ellos y a la Supermente que subyace en las operaciones de la Naturaleza: pero aquí llega la 1ey de la Sobremente de cada Fuerza que estructura sus propias posibilidades. Las posibilidades naturales de un mundo en el que una Inconsciencia original y una división de la conciencia son los principios sobresalientes, sería el emerger de las Fuerzas de la Oscuridad impelidas a mantener la Ignorancia por la que viven, una ignorante lucha por conocer el origen de la falsedad y del error, una ignorante lucha por vivir engendrando la equivocación y el mal, una lucha egoísta por disfrutar, progenitora de fragmentarias dichas, dolores y sufrimientos; éstas son, por lo tanto, las inevitables características primeramente implantadas, aunque no se trate de las únicas posibilidades de nuestra existencia evolutiva. Empero, debido a que la No-Existencia es una Existencia oculta, la Inconsciencia una oculta Conciencia, la insensibilidad un enmascarado y durmiente Ananda, estas realidades secretas deben emerger; las escondidas Sobremente y Supermente deben también, al fin, realizarse en esta organización aparentemente opuesta, desde un oscuro Infinito.

Dos cosas hacen que esa culminación sea más fácil de lo que podría ser de otro modo. La Sobremente en el descenso a la creación material ha originado modificaciones de sí —especialmente la Intuición con sus penetrantes y luminosos destellos de verdad iluminando puntos locales y extensos sectores de nuestra conciencia— que pueden aproximar más a nuestra comprehensión a la verdad oculta de las cosas y, —abriéndonos, primero más ampliamente en el ser interior y luego como un resultado también en el externo yo superficial—, a los mensajes de estos ámbitos superiores de la conciencia; creciendo en ellos, podemos asimismo llegar a ser seres intuitivos y sobrementales, no limitados por el intelecto y la sensación, sino capaces de una comprehensión más universal y de un contacto directo de la verdad en su mismo yo y cuerpo. De hecho, ya llegan a nosotros destellos iluminadores desde estos ámbitos superiores, más esta intervención es en su mayoría fragmentaria, casual o parcial; todavía tenemos que empezar a agrandarnos a su semejanza y organizar en nosotros el mayor accionar de la Verdad de que potencialmente seamos capaces. Pero, en segundo lugar, la Sobremente, la Intuición, incluso la Supermente no sólo deben ser, como hemos visto, principios inherentes y envueltos en la Inconciencia desde la que surgimos en la evolución e inevitablemente destinados a evolucionar, sino que están secretamente presentes, ocultos activamente con destellos del emerger intuitivo en la actividad cósmica de la Mente, la Vida y la Materia. Es cierto que su acción esta oculta e, incluso cuando emergen, está modificada por el medio material, vital y mental en que trabajan, y no son fácilmente reconocibles. La Supermente no puede manifestarse como Poder Creador en el universo desde el principio, pues si así lo hiciera, la Ignorancia y la Inconsciencia serían imposibles o la lenta evolución necesaria cambiaría adentro de un escenario de rápida transformación. A cada paso de la energía material podemos ver el sello de lo inevitable puesto por un creador supramental, en todo el desarrollo de la vida y la mente, el juego de las líneas de la posibilidad y su combinación que es el sello de la intervención de la Sobremente. Así como la Vida y la Mente han sido realizadas en la Materia, de igual modo también, a su vez, estos poderes mayores de la escondida Deidad deben emerger desde la involución y su Luz suprema descender en nosotros desde lo alto.

Una Vida divina en la manifestación es entonces no sólo posible como el alto resultado y rescate de nuestra actual vida en la Ignorancia, sino también, si estas cosas son como las hemos visto, es la consecuencia y consumación inevitables del evolutivo esfuerzo de la naturaleza.