TEMA 15: LA EVOLUCION MAS ALLA DEL HOMBRE

Una nueva humanidad quiere decir, para nosotros, la aparición y el desarrollo de un tipo o raza de seres mentales cuyo principio mental, no sería ya una mente en la Ignorancia que busca el conocimiento, e incluso en su conocimiento limitada a la Ignorancia, un buscador de la Luz, pero sin ser su propietario natural, abierto a la Luz, pero no un habitante de la Luz, sin ser todavía un instrumento perfecto, consciente de la verdad y liberado de la Ignorancia. En lugar de eso, poseería ya lo que podría denominarse una mente de Luz, una mente capaz de vivir en la verdad, capaz de ser consciente-de-la-verdad y de manifestar en su vida un conocimiento no ya indirecto sino directo. Su mentalidad sería un instrumento de la Luz y no ya de la Ignorancia. En sus cumbres sería capaz de pasar a la supermente y de la nueva raza se reclutaría la raza de seres supramentales que aparecerían como los líderes de la evolución en la naturaleza terrestre. Ahora bien, incluso las manifestaciones superiores de una mente de Luz constituirían un instrumento de la supermente, una parte de ella o una proyección suya, un paso más allá de la humanidad hacia la superhumanidad del principio supramental. Sobre todo, su posesión capacitaría al ser humano para elevarse más allá de lo que resulta habitual en su pesar, su sentir y su ser actuales hasta aquellos elevados poderes de la mente que, en su auto-trascendencia, se hallan entre nuestra mentalidad y la supermente, y pueden considerarse pasos que conducen hacia un principio más grande y más luminoso. Este avance, como otros en la evolución, puede que no se alcanzase de golpe, y lo natural sería que no sucediese de ese modo, pero desde el comienzo se convertiría en algo inevitable: la presión de la supermente creando desde arriba, a partir de sí misma a la mente de Luz, supondría la certeza de su eventual presencia. Los primeros destellos de esta nueva Luz portarían en sí mismos la semilla de sus más elevados brillos; ya en sus primeros comienzos estaría implícita la certidumbre de sus poderes superiores; pues esta es la historia constante de cada emergencia evolutiva: el principio de su perfección más elevada se encuentra oculto en la involución, que precede a la evolución del principio secreto.

A través de la historia de la evolución hay dos aspectos complementarios que constituyen su acción y son necesarios para su totalidad; en la involución de la Naturaleza se halla oculto el poder secreto y el principio del ser, bajo el velo impuesto por la Naturaleza material, y en esa misma Naturaleza mora la fuerza inevitable del principio que impulsa el proceso de emergencia de sus poderes y caracteres inherentes, los rasgos esenciales que constituyen su realidad. A medida que emerge el principio evolutivo, hay también dos rasgos constantes del proceso de emergencia: hay grados por los cuales la involución asciende y manifiesta cada vez más su poder, sus posibilidades, la fuerza de la Divinidad en su interior, y hay una constante manifestación de todos los tipos y formas de su ser que constituyen las encarnaciones visibles, indicativas y eficientes de su naturaleza esencial. En el proceso evolutivo aparecen formas y actividades organizadas de la Materia, los tipos de vida y los seres vivos, los tipos de mente y los seres pensantes, las luminosidades y las grandezas del principio espiritual y los seres espirituales, cuya naturaleza, carácter y personalidad, marcan las etapas de ascenso hacia las alturas mas elevadas de la evolución y las manifestaciones más amplias de lo que es en sí mismo y ha de llegar a ser por la fuerza del tiempo y del Espíritu omni-revelador. Éste es el verdadero sentido y el auténtico impulso de lo que vemos como evolución: la multiplicación y variación de formas no es sino el modo de realizar su proceso.

Cada grado contiene la posibilidad y la certeza de los grados superiores: la emergencia de formas y poderes cada vez más desarrollados señalan hacia formas más perfectas y poderes más grandes que se encuentran más allá de ellos y cada emergencia de la consciencia y de los seres conscientes correspondientes a ella hace posible el ascenso a una consciencia más grande y un orden mayor de seres, hasta llegar a las divinidades últimas por las cuales la Naturaleza está luchando y se halla destinada a mostrar que es capaz. La Materia desarrolló sus formas organizadas hasta que llegó a ser capaz de encarnar organismos vivos; luego, la vida brotó del subconsciente de la planta hasta las formaciones animales conscientes y a través de ellas apareció la vida pensante del ser humano. La mente fundada en la vida desarrolló el intelecto, desarrolló sus tipos de conocimiento y de ignorancia, de verdad y de error hasta alcanzar la percepción y la iluminación espiritual y ahora puede contemplar, de manera tenue, como a través de un cristal, la posibilidad de la supermente y de una existencia consciente-de-la-verdad. En este inexorable ascenso, la mente de Luz es un grado, un estadio inevitable. En tanto que principio evolutivo, marcará una etapa en el ascenso humano y permitirá la evolución de un nuevo tipo de ser humano; este desarrollo debe llevar en sí mismo una gradación ascendente de sus propios poderes y tipos de una humanidad en ascenso que encarnará cada vez más el giro hacia la espiritualidad, la capacidad para la Luz, un ascenso hacia una humanidad divinizada y una vida divina.

En el nacimiento de la mente de Luz y su ascenso hacia su propio yo reconocible, su verdadero estatus y su provincia correspondiente tiene que haber, por la propia naturaleza de las cosas, tal como son, y la naturaleza misma del proceso evolutivo, tal como es actualmente, dos etapas. En la primera, podemos ver la mente de Luz recogiéndose a sí misma a partir de la Ignorancia, reuniendo sus elementos constitutivos, construyendo sus configuraciones y sus tipos, por imperfectos que sean al comienzo y empujándoles hacia la perfección hasta poder cruzar la frontera de la Ignorancia y aparecer en la Luz, en su propia Luz. En la segunda etapa, podemos verla desarrollándose en esa Luz natural más amplia, adoptando sus configuraciones y formas hasta que se une con la supermente y vive como su porción subordinada o su delegada.

En cada una de estas etapas definirá sus propios grados y manifestará el orden de sus seres que la encarnarán y le proporcionarán una vida realizada. De este modo, se edificará, en primer lugar, incluso en la Ignorancia, la posibilidad de un ascenso humano hacia un vivir divino; luego habrá, mediante la iluminación de esta mente de Luz en la realización más elevada, que puede denominarse “mentalidad gnóstica”, en una transformación del ser humano, incluso antes de que se alcance la supermente, incluso en la consciencia terrestre y en una humanidad transformada, una vida divina iluminada.

Así, sea la que sea la enorme carga de lucha y sufrimiento y oscuridad en el mundo, si tal es el resultado que nos aguarda, todo lo ocurrido hasta entonces no será considerado, por el fuerte y aventurero, un precio muy elevado por la gloria que ha de llegar. En cualquier caso, la sombra se levanta; hay una Luz Divina que se inclina sobre el mundo y no se trata sólo de un instante e incomunicable Fulgor.